jueves, 6 de febrero de 2014

A los pies de los caballos


Son numerosas y variadas las circunstancias que, en nuestro quehacer profesional, nos colocan en una situación desairada o comprometida.  En ocasiones, son los imponderables de cualquier actividad económica (los caprichos de los clientes, los vaivenes de los mercados, la mala suerte) los que contribuyen a que nos encontremos en una posición incómoda de la que tendremos que intentar salir recurriendo a todo nuestro repertorio de habilidades.  Casi podría decirse que se trata simplemente de los manidos "gajes del oficio" que el Diccionario de la Real Academia Española define simplemente como "molestias o perjuicios que se experimentan con motivo del empleo u ocupación".

Sin embargo, lo más frecuente es que la causa directa de nuestros sofocos sea más bien la acción o inacción de nuestros jefes o, peor aún, de nuestros queridos compañeros de trabajo.  No nos precipitemos hacia el pesimismo antropológico pues a las acciones y omisiones dolosas se suman además, por desgracia, las que son fruto del mero descuido o de la incompetencia generalizada en nuestras oficinas.  Como en otros casos, la aplicación de las modernas teorías penalistas en nuestras oficinas resultaría de un gran interés, no tanto jurídico como antropológico, pero es un afán complejo al que renunciamos aquí.

En todo caso, es precisamente una tipología de conductas singularmente abyectas la que concita hoy nuestra atención.  Se trata de esas ocasiones en las que, para eludir las propias obligaciones u responsabilidades, se maniobra para dirigir la atención hacia un tercero colocándole en una situación peligrosa (en inglés diríamos "in harm's way"), cercana a lo que se conoce también como "chivo expiatorio" o "cabeza de turco".

El DRAE recoge la locución "estar alguien a los pies de los caballos" pero le atribuye el sentido de "estar muy abatido y despreciado" que hoy resulta, al menos, poco usual.  Ante el sorprendente silencio al respecto de nuestros restantes diccionarios de cabecera, ensayemos, por una vez, nuestra propia definición para el uso habitual de "dejar a los pies de los caballos": colocar a alguien en una situación comprometida o peligrosa, generalmente en provecho propio.  Se evoca aquí la imagen del soldado que, en el campo de batalla, se ve abandonado a su suerte, atropellado por el avance de la caballería enemiga.

Es imagen poderosa y muy útil para encontrar una expresión en inglés que traslade el concepto de manera adecuada.  Efectivamente, en los últimos años se ha popularizado en los Estados Unidos el empleo de la locución verbal "to throw someone under a bus" que emplea elementos muy similares a los de la expresión española, aunque más modernos.

En Wikipedia, encontramos la frase definida como "sacrificar por maldad o en provecho propio a otra persona, con frecuencia un amigo o un aliado que no merece ese tratamiento" ("to sacrifice another person (often a friend or ally), who is usually not deserving of such treatment, out of malice or for personal gain").  Este sentido, muy próximo al que buscamos, es con el que se ha incorporado la frase a la lengua inglesa, especialmente en el ambiente profesional.

Al principio de este vídeo (0:30) podéis ver un buen ejemplo del uso coloquial de esta expresión:



Y en este interesante video amateur encontraréis algunos ejemplos más coloristas e ilustrativos:



Ejemplos prácticos:
  • Sabía que me tenía ganas pero nunca pensé que me dejaría a los pies de los caballos de esa manera.  I knew he had it in for me but I never expected him to throw me under the bus like that.
  • Parece un tío majete pero, si se ve apurado, te puede dejar a los pies de los caballos cuando menos te lo esperes.  He seems to be a nice chap but, under stress, he can throw you under the bus when you less expect.

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