No faltan tampoco quienes piensan que el autor podría muy bien engrosar este grupo dado que no está acreditado que conozca dónde se sitúan los límites de la mordacidad. Es ocioso rebatir aquí estas consideraciones dado que el lector puede formarse su propia opinión a partir de la lectura de estas páginas. A su criterio nos sometemos gustosos.
En todo caso, no son esos accidentales envenenamientos los que nos interesan hoy sino las numerosas ocasiones en que debemos evitar dar rienda suelta a las palabras para no perjudicarnos. El Diccionario de la Real Academia Española define la locución "morderse la lengua" como "contenerse en hablar, callando con alguna violencia lo que quisiera decir".
La acción física de morderse la lengua en estas circunstancias es probablemente universal y, por ello, no sorprende que en inglés podamos utilizar con rigor la traducción literal de la frase, to bite one's tongue. También disponemos de la expresión paralela, to bite one's lip, utilizada en el título de una antigua canción de los Housemartins (I bit my lip) cuyo estribillo reza I bit my lip until it bled / "yes please" was all I ever said (me mordí la lengua hasta que sangró / sólo decía "sí, por favor").
Quizá no esté de más recordar en este punto que, como se habrá observado, el verbo to bite es irregular, adoptando las formas bit y bitten en su pretérito imperfecto y participio pasado.
Ejemplos prácticos:
- No se mordió la lengua cuando le preguntaron su opinión. He didn't bite his tongue when he was asked what he thought.
- Cuando se presentó la nueva organización, todo el mundo se mordió la lengua y nadie preguntó que iba a pasar con nuestro departamento. When the new organization was presented, everyone bit their lip and none asked what was happening with our department.