Con la posible excepción de las pasiones futbolísticas, podría decirse que las simpatías de los españoles se mueven con frecuencia de manera pendular, de un extremo a otro. Pocos ejemplos mejores que el
muy notable editorial que, tras el resultado electoral, le dedicó el pasado lunes el diario El País a José Luis Rodríguez Zapatero, exaltado profusamente hasta hace bien poco en esas mismas páginas.
Conviene reparar, en todo caso, en que el movimiento del péndulo es, por definición, simétrico mientras que nuestros afectos generalmente se desplazan en una sola dirección, la negativa. Las personas en otro tiempo admiradas y respetadas pasan a ser aborrecidas sin solución de continuidad y por razones con frecuencia caprichosas o nimias. El viaje de vuelta, por el contrario, es casi imposible por muchos méritos que se contraigan para emprenderlo. Si el purgatorio estuviera administrado por un español, de allí no saldría nadie.
En la oficina moderna se observa este fenómeno de una manera particularmente cruda, derivada del singular envilecimiento que las relaciones personales conocen allí. Efectivamente, personas que se han conducido con otras de manera cordial, cuando no servil, se convierten en sus detractores más acérrimos cuando éstas se ven en dificultades profesionales y, especialmente, cuando caen en desgracia. Resulta significativo que esta última locución, reservada en otro tiempo para las intrigas palaciegas, conozca fortuna en la oficina moderna, donde suele emplearse asociado a la defenestración, un galicismo de resonancias estremecedoras.
Decimos en esos casos que "se hace leña del árbol caído". El Diccionario de Uso del Español de María Moliner relaciona la expresión con el hoy desusado refrán "del árbol caído todos hacen leña" y la hace equivaler a "ensañarse con quien se encuentra en una situación desgraciada". El carácter sobrevenido de esta situación queda más claro en la similar definición que nos ofrece el Diccionario Akal del Español Coloquial: "ensañarse contra alguien que ha tenido un fracaso".
Efectivamente, los elementos que incorpora la expresión la definen de manera muy completa. La caída del árbol denota que se ha producido un cambio a peor en la situación de alguna persona. La referencia a la leña es muy precisa y rica pues afea la conducta de quienes no eran capaces de cortar el árbol antes de su caída y ahora se valen de encontrarlo en el suelo, abatido por el rayo o por el viento, para beneficiarse de su madera. Aún más explícita, aunque situada probablemente en el terreno de lo políticamente incorrecto, resulta una antigua expresión española de idéntica significación: "a moro muerto, gran lanzada".
Resulta ciertamente menos cruda, aunque también muy descriptiva, la sencilla locución inglesa que incorpora el sentido de nuestra expresión de hoy. Se trata de
to kick someone when they are down, que podemos traducir como dar patadas a alguien cuando ha caído o, más simplemente, patear al caído. El
Cambridge Advanced Learner's Dictionary contempla la expresión también en su variante con
to hit y la define como
to take unfair advantage of someone when they are in a weak position (aprovecharse injustamente de la situación de debilidad de alguien).
Ejemplos prácticos.
- No quiero hacer leña del árbol caído pero la verdad es que no tenemos trabajo para él en mi departamento. I hate to kick someone when he's down but we simply don't have any work for him in my department.
- Lo más alucinante del despido de Antonio ha sido el entusiasmo con que sus antiguos compañeros se han dedicado a hacer leña del árbol caído. The most striking aspect of Anthony's sacking has been the enthusiasm with which his former colleagues have lined up to kick him when he is down.