Nuestros lectores habituales habrán observado que, hasta ahora y con la parcial excepción de "acojonante", no hemos intentado expresar en inglés ninguna de las muchas construcciones españolas que incluyen la palabra cojones. Para aquellos preocupados por esta situación, aclaremos que no es casual ni fruto del olvido.
Por el contrario, hemos preferido prepararnos adecuadamente para tamaña empresa pues no es sencillo trasponer al inglés todas esas expresiones que forman parte intrínseca de la comunicación en castellano. En las próximas semanas iremos ofreciendo algunas de ellas, haciendo notar que quizá en algunos casos debamos renunciar a encontrar construcciones que incorporen suficientemente el sentido de la expresión española. Animamos, en todo caso, a nuestros lectores a que nos hagan llegar tanto sus peticiones como sus aportaciones sobre las expresiones que vayamos glosando.
Para abrir boca y dar una idea de la naturaleza del reto, no me resisto a reproducir a continuación el legendario artículo que sobre el tema escribió hace unos Arturo Pérez Reverte, notable columnista y execrable novelista (es decir, lo contrario que su buen amigo, mi idolatrado Javier Marías).
Ahora me explico las quejas de los extranjeros por sus dificultades con nuestras acepciones. Un ejemplo de la riqueza del lenguaje castellano es el número y acepciones de una simples palabra, como puede ser la muy conocida y frecuentemente utilizada referencia a los atributos masculinos, "cojones".
Si va acompañada de un numeral, tiene significados distinto según el número utilizado. Así, uno significa caro o costoso ("valía un cojón"), dos significa valentía ("tenía dos cojones"), tres significa desprecio ("me importa tres cojones"), un número muy grande más par significa dificultad ("lograrlo me costo mil pares de cojones").
El verbo cambia el significado. Tener indica valentía ("aquella persona tiene cojones"), aunque con signos exclamativos puede significar sorpresa ("¡ tiene cojones !"); poner expresa un reto, especialmente si se ponen en algunos lugares ("puso los cojones encima de la mesa"). También se los utiliza para apostar ("me corto los cojones") o para amenazar ("te corto los cojones").
El tiempo del verbo utilizado cambia el significado de la frase. Así, el presente indica molestia o hastío ("me toca los cojones"), el reflexivo significa vagancia ("se tocaba los cojones"), pero el imperativo significa sorpresa ("¡ tócate los cojones !"). Los prefijos y sufijos modulan su significado: a- expresa miedo ("acojonado"), des- significa cansancio o risa ("descojonado"), -udo indica perfección ("cojonudo"), y -azo se refiere a la indolencia o abulia ("cojonazos").
Las preposiciones matizan la expresión. De significa éxito ("me salió de cojones") o cantidad ("hacía un frío de cojones"), por expresa voluntariedad ("lo haré por cojones"), hasta" expresa límite de aguante ("estoy hasta los cojones"), con indica valor ("era un hombre con cojones") y sin, cobardía ("era un hombre sin cojones").
Es distinto el color, la forma, la simple tersura o el tamaño. El color violeta expresa frío ("se me quedaron los cojones morados"), la forma, cansancio ("tenía los cojones cuadrados"), pero el desgaste implica experiencia ("tenía los cojones pelados de tanto repetirlo").
Es importante el tamaño y la posición ("tiene dos cojones grandes y bien plantados"); sin embargo hay un tamaño máximo ("tiene los cojones como los del caballo de Espartero") que no puede superarse, porque entonces indica torpeza o vagancia ("le cuelgan", "se los pisa", "se sienta sobre ellos", e incluso "necesita una carretilla para llevarlos").
La interjección "¡ cojones !" significa sorpresa, y cuando uno se halla perplejo los solicita ("manda cojones"). En ese lugar reside la voluntad y de allí surgen las órdenes ("me sale de los cojones").
En resumen, será difícil encontrar una palabra, en castellano o en otros idiomas, con mayor número de acepciones.