martes, 22 de octubre de 2013

Andarse con rodeos +

La comunicación dentro de la empresa ha debido de conocer tiempos mejores pues, de otro modo, es inexplicable que el capitalismo haya podido sobrevivir tanto tiempo con el éxito parcial que conocemos. Claro que también puede ser que, como sostiene una conocida del autor, el único lenguaje que, en realidad, se habla en la empresa y todos entienden es el dinero. Parece, pues, que es sobre esta premisa sobre la que se sustenta la oficina moderna, dado que la utilización de otros medios más eficaces y personales de comunicación se realiza de tal manera que su inutilidad es manifiesta para todos los protagonistas.

Dejaremos hoy a un lado la comunicación más o menos institucional o corporativa, dado que los mensajes, por llamarlos de alguna manera, que en la misma se transmiten suelen resultar inanes y presuponen generalmente un retraso mental severo del receptor. Las conversaciones entre jefes y subordinados, por el contrario, presentan mayor interés dado que suelen ofrecer ejemplos de todas las actitudes que hacen imposible cualquier comunicación eficaz, empezando generalmente por la falta de sinceridad y continuando por la nula preparación por las partes de los encuentros, formales o informales, en los que tienen lugar.

Uno de los vicios patológicos de la mayor parte de los españoles, que afecta por igual a directivos y empleados, es "andarse con rodeos", especialmente en aquellos casos en los que el tema de conversación es espinoso pero, a la vez, no puede obviarse. Se tratan temas laterales, cuando no se deriva directamente hacia el chascarrillo, en la esperanza de que sea el otro el que aborde la cuestión o pregunte por la misma. En realidad, casi parece una ordinariez referirse de manera directa a la cuestión sin interminables rodeos previos.

El Diccionario de Uso del Español de María Moliner nos recuerda el sentido literal de la palabra "rodeo" ("camino más largo que el directo utilizable para ir de un sitio a otro") sobre el que pivota el valor figurado que hoy nos interesa.  Este es definido, de forma genérica pero precisa, como "manera de hablar o decir una cosa cuando no se dice con claridad o se trata de eludir el decir la verdad o toda la verdad".

Entre los muchos valores que, por su parte, incorpora el Diccionario de la Real Academia Española para la palabra "rodeo", hay, al menos, dos útiles en el contexto que nos ocupa.  Se trata de "manera de decir algo, valiéndose de términos o expresiones que no lo den a entender sino indirectamente" y "escape o efugio para disimular la verdad, para eludir la instancia que se hace sobre un asunto".  Se recogen aquí dos tipologías del "andarse con rodeos" que nos ocupa hoy.  De un lado, una versión que podemos considerar "activa", en la que pretendemos transmitir nuestro mensaje recurriendo a circunloquios o perífrasis.  De otro, una versión "pasiva" en la que, requeridos para dar explicaciones sobre un asunto, nos escudamos en medias verdades o en abiertas falsedades, generalmente para eludir nuestra responsabilidad.

La expresión equivalente en inglés, to beat about the bush o, más frecuentemente hoy día sobre todo fuera del Reino Unido, to beat around the bush, equivale según el Cambridge Advanced Learner's Dictionary a "evitar hablar de lo que es importante" ("to avoid talking about what is important").

El concepto tiene su origen en una práctica cinegética destinada a hacer salir a las presas de su escondite, golpeando los arbustos en los que se ocultan, que todavía se utiliza en nuestros días, aunque casi ya sólo por los bushmen africanos de nuestra ilustración.  La connotación es clara: los que golpean la maleza (es decir, se dedican a transitar alrededor de la cuestión) no abaten los pájaros.

Cuando empleamos la expresión en sentido negativo ("no se anduvo con rodeos") podemos recurrir en inglés a otras expresiones, más similares a nuestro hoy desusado "no tener pelos en la lengua", como not to mince one's words o to make no bones about something, a las que ya dedicamos nuestra atención en una entrada específica.

Ejemplos prácticos:
  • Se anduvo con rodeos hasta que le pregunté directamente si la financiación de mi proyecto se había aprobado. He kept beating around the bush until I asked him directly whether the funding for my project had been approved.
  • No te andes con rodeos.  ¿ Cuánto va a caer el bonus este año?  Ya deberías saberlo.  No point in beating about the bush.  How much will the bonus pool be cut this year ?  You should know by now.
  • No me anduve con rodeos y le dije que su comportamiento en la fiesta de Navidad había sido impresentable. I didn't mince my words and told him that his behaviour at the Christmas party had been unacceptable.

viernes, 18 de octubre de 2013

Merienda de negros +

obra de Marta (mecaideunguindo.blogspot.com)
La oficina moderna ofrece con demasiada frecuencia escenas dantescas que requieren de toda nuestra imaginación para describirlas con algo más que un "esto es la polla" o "esto es acojonante" que poco aportan más alla de su sonoridad al resultar, generalmente, vagas e imprecisas.  En la entrada que dedicamos en su día a la segunda construcción, por ejemplo, tratábamos los múltiples valores que la misma puede adoptar y que aportan connotaciones muy diferentes.

En este sentido, el autor siempre ha encontrado extraordinariamente evocador, aunque quizá políticamente incorrecto en estos tiempos, el concepto de "merienda de negros", que el Diccionario de la Real Academia Española describe simplemente como "confusión y desorden en que nadie se entiende". El Diccionario de Uso del Español de María Moliner además de esta definición aporta otra con connotaciones más siniestras: "arreglo o reparto hecho caprichosa o desaprensivamente entre varias personas".

Estas precisas definiciones sitúan la "merienda de negros" en un terreno próximo a lo que conocemos, a nivel laboral claro está, como "casa de putas". Esta expresión, además de su valor literal con toda su rica sinonimia (burdel, lupanar, mancebía, prostíbulo, casa de lenocinio), adopta según María Moliner el valor de "lugar donde cada uno hace lo que le da gana sin respetar ninguna norma". Parecería pues que ambas expresiones pueden utilizarse casi de manera intercambiable para describir el desorden de algún lugar o situación. Sin embargo consideramos que, en su uso habitual, en la segunda expresión, además de la confusión concurren intenciones al menos turbias y generalmente se trapichea o se pretende mercadear. Es claramente distinto decir de la reunión de un comité "aquello era una merienda de negros", donde se enfatiza el desorden y el caos, que "aquello era una casa de putas", que denota la falta de respeto a cualquier norma y apunta así directamente a las aviesas intenciones de los participantes.

Quien quiera indagar en el origen y contexto de la expresión en castellano puede consultar este interesante artículo de Justo Fernández López.  Curiosamente, se refiere allí su autor también a la expresión "boda de negros", recogida en el DRAE con el valor de "función en que hay mucha bulla, confusión, grita (sic) y algazara" pero hoy ciertamente en desuso, al menos en España.

Se menciona también en el artículo la novela cómica de Evelyn Waugh Black Mischief (título que se tradujo, de forma bastante aventurera, precisamente como "Merienda de Negros"), cuya lectura recomendamos vivamente, al igual que la de otra de las divertidas obras de juventud de Waugh, Scoop ("Noticia Bomba" en castellano, de forma quizá menos arbitraria).

Señalemos finalmente que, si bien la incorrección política de la expresión que nos ocupa es notable, en el Cono Sur, especialmente en la Argentina, nos dejan atrás con su equivalente local, "quilombo". El DRAE lo define como "lío, barullo, gresga, desorden" luego de hacerlo equivaler curiosamente a prostíbulo. Los quilombos eran originalmente los asentamientos que hacían en lugares apartados los esclavos huídos y donde revertían a sus usos africanos. Hoy la expresión se utiliza en aquellas latitudes con un valor parecido al de "merienda de negros".

Volviendo a centrar nuestra atención en esta última expresión, apuntemos que lo más cercano que tenemos en inglés para expresar el concepto es recurrir a la palabra bedlam, definida en el American Heritage Dictionary of the English Language como "lugar o situación con gran ruido y confusión"  ("a place or situation of noisy uproar and confusion").  El vocablo se originó a partir de la contracción del nombre del antiguo manicomio londinense de St. Mary of Bethlehem y, quizá por ello, resulta más apropiado y preciso que otros términos más genéricos como chaos o el alambicado pandemonium.

Ejemplos prácticos.
  • Después de la intervención del representante sindical, la reunión se convirtió en una merienda de negros. After the union representative spoke, the meeting turned into bedlam.
  • Tienen ocho hijos y por las tardes su casa es una merienda de negros. They have eight children and their flat is bedlam in the evening.

martes, 15 de octubre de 2013

Echarse al barro

El desempeño profesional en la oficina moderna exige controlar bien los tiempos y tener un repertorio amplio que permita adaptar nuestra actuación a lo que resulte más aconsejable en cada momento para avanzar nuestros intereses o, al menos, sobrevivir un día más.  La prudencia y el mal llamado sentido común aconsejan comportamientos muy diferentes en función de múltiples variables, lo que nos demanda un aquilatado análisis de personalidades complejas y circunstancias tan cambiantes como el clima otoñal británico.

En general, un cabal entendimiento de los intrincados mecanismos de las grandes organizaciones suele aconsejar decantarse por líneas de actuación caracterizadas por contemporizar y hacer lo que, en términos taurinos, se conoce como faenas de aliño.   Sin embargo, en ocasiones nos vemos exigidos a conducirnos de manera muy diferente, abordando con decisión y aun agresividad a aquellos que nos importunan con sus pretensiones o sus actitudes.  Las más de las veces, nos vemos obligados a entrar en esta fase por sentirnos amenazados por nuestros interlocutores, aunque no faltan actuaciones de esta naturaleza que nacen impulsadas más bien por un desusado "ataque de dignidad", cuyo carácter tardío suele acentuar su ridículo.

Decimos entonces que "nos echamos al barro" con el sentido de abandonar toda pretensión de decoro y entrar en una fase en la que todo está permitido.  Subyace en esta construcción la idea de que se ha intentado evitar precisamente mancharse con el barro hasta un punto en el que ello se hace inevitable y nos obliga a rebozarnos en la suciedad de la que prentendíamos escapar.  Esta inevitabilidad no obsta, sin embargo, para que sintamos una cierta liberación al poder abandonar el decoro y el disimulo para defender sin reservas nuestra posición.

El concepto puede trasladarse al inglés de manera bastante precisa empleando la locución verbal to take the gloves off, literalmente "quitarse los guantes".  El McGraw-Hill Dictionary of American Idioms and Phrasal Verbs asigna a esta expresión el valor de "to stop being calm or civil and show an intention of winning a dispute by any means" ("dejar de conducirse de manera calmada o educada y mostrar la intención de ganar una disputa por cualquier medio").

La referencia es aquí, obviamente, a los guantes de boxeo que amortiguan la potencia de los golpes y minoran así el daño en el rostro del adversario.  Las reglas del boxeo moderno, codificadas en 1866 por John Graham, fueron después esponsorizadas por el Marqués de Queensberry, a cuyo nombre quedaron para siempre unidas, dignificando así una existencia bastante poco edificante.  Aunque en estos tiempos el boxeo nos sitúa inevitablemente en registros abiertamente sórdidos, en su día sus reglas se asociaban con los más altos estándares de la caballerosidad y el fair play.  De ahí que la acción de quitarse los guantes se identifique con situar la disputa en terrenos donde la bajeza y la abyección son los elementos dominantes.

Ejemplos prácticos:
  • Una vez que nos amenazaron con demandarnos, nos echamos el barro y comenzamos a sacar todos los correos electrónicos que nos habían mandado reconociendo que los retrasos eran culpa suya.  Once they threatened to sue us, we took our gloves off and started to produce all the e-mails they had sent to us admitting their responsibility in the delays.
  • Después de que no me ascendieran este año, la verdad es que no tengo ya nada que perder.  Me voy a echar al barro.  After they didn't promote me this year, I have nothing to lose.  The gloves are off.

viernes, 11 de octubre de 2013

Como un toro de los toriles

Muchos meses llevamos sin pisar la arena de los cosos taurinos por la que tantas veces nos hemos paseado figuradamente en estas páginas.  Ingenuamente pensaba incluso el autor que había dado por concluida la larga y variopinta serie de entradas dedicadas a los términos relacionados con la tauromaquia, recogida en un blog específico.

Sin embargo, una entrada reciente en English Idioms, una excelente página de facebook dedicada a ilustrar el uso de expresiones inglesas, nos ha ofrecido la oportunidad de prolongar nuestra serie con una singular y colorista expresión que podemos escuchar en la oficina moderna con cierta frecuencia y que, pese a ello,  había escapado hasta ahora nuestra atención.

Efectivamente, decimos que alguien "salió como un toro de los toriles" cuando queremos indicar que abordó alguna tarea de forma desabrida, atacando a diestro y siniestro sin demasiado criterio e impulsado por una rabia descontrolada.  Evocamos la imagen del astado que, después de haber pasado unas horas en los toriles (las dependencias de la plaza donde permanece en los momentos previos a la lidia), sale finalmente al ruedo, haciendo gala de la bravura y la furia que pronto se verán domeñadas en el ruedo.

La construcción por la que opta el inglés para expresar la idea no es muy diferente conceptualmente aunque, como cabría esperar, nada tiene que ver con el mundo taurino, tan propiamente hispano.  La locución verbal to come out swinging (que podríamos traducir en este contexto como "salir arreando") procede del mundo boxístico y dibuja la imagen del púgil que comienza la pelea lanzando puñetazos de forma agresiva y desaforada.  La definición que nos ofrece el Wiktionary ilustra su uso figurado de forma singularmente precisa: "to initiate an encounter or interaction by behaving in an unrestrainedly aggressive, confrontational, or accusatory manner" ("comenzar un encuentro comportándose de manera desatadamente agresiva, beligerante o inquisititoria").

Ejemplos prácticos:
  • Una cosa es ir a la reunión de presupuestos a dar batalla; otra diferente es salir como un toro de los toriles y poner a todo el mundo en nuestra contra.  It is one thing to put up a fight in the budget meeting; it is quite another to come out swinging and turn everyone against us.
  • Pensé que era un tema olvidado pero, en cuanto dije que Ana podía ser una buena candidata para el puesto, se puso como un toro saliendo de los toriles.  I thought it was water under the bridge but as soon as I mentioned Ana as a possible candidate for the job, he came out swinging.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Tener más cara que espalda +


Nos referíamos en otra entrada a la expresión "tener cara" y a sus diferentes variantes, haciendo notar que la extensión e intensidad de esta actitud en nuestros tiempos nos obliga, en no pocas ocasiones, a tener que distinguir las actuaciones más conspicuas de aquellas otras más habituales u ordinarias.

En este sentido, cuando intentamos calificar estas conductas para enfatizar su naturaleza excesiva podemos hacer referencia a dos aspectos diferentes como son la dureza de la cara ("tener la cara muy dura") o su extensión ("tener mucha cara"). Nótese que sólo nos podemos a la dureza cuando nos referimos específicamente a la cara y, por ello, únicamente disponemos de la segunda alternativa cuando optamos por utilizar alguna de las variantes de la expresión.  Así decimos "tiene mucho rostro" o "tiene mucho morro" pero no "tiene el rostro muy duro" o "tiene la jeta muy dura".

El superlativo de la extensión de la cara suele expresarse en castellano con la descriptiva locución "tener más cara que espalda", que pone en relación la extensión de dos partes del cuerpo de naturaleza desproporcionada. Cuando, por el contrario, optamos por el superlativo de la dureza de la cara solemos decir "tiene la cara más dura que el cemento" o, de forma más pedante, "tiene el rostro pétreo".

Para trasladar al inglés estos idiomáticos superlativos podemos utilizar la expresión británica to have more front than Brighton, que podriamos traducir, literalmente, como "tener más fachada que Brighton.  Se hace referencia aquí a la noble sucesión de edificios que ofrece en su frente marinero la bella localidad del sur de Inglaterra.   La localidad de Blackpool, en el norte de Inglaterra, rivaliza con Brighton a la hora de acoger las tediosas conferencias anuales de los partidos políticos británicos al principio del curso y también aparece en ocasiones en esta frase.

Existen también otras variaciones sobre la misma idea (to have more front than...), siendo la más extendida en el Reino Unido la que se refiere a la fachada de Harrods, los grandes almacenes londinenses que ocupan una manzana entera en Knightsbridge y son uno de los iconos de la capital británica.  Menos glamour tiene Sainsbury's, una cadena de supermercados británica, pero también la encontramos en frases con esta estructura.  La misma construcción se emplea en Australia, to have more front than Myers, que hace referencia, al parecer, a la fachada de unos grandes almacenes de Melbourne.

Ejemplos prácticos:
  • Este gobierno tiene más cara que espalda. This government has more front than Brighton.
  • No me esperaba otra cosa de ella; tiene más cara que espalda. I didn't expect less from her, she has more front than Harrods.
  • Hay que quitarse el sombrero ante ellos; tienen más cara que espalda. You really do have to take your hat off to them. they've got more front than Blackpool.

lunes, 7 de octubre de 2013

Tener cara +

"Tener cara" es una de las actitudes que mejor caracterizan la conducta de muchas personas, tanto dentro como fuera de la oficina moderna.  Otras sólo ofrecen este registro en momentos puntuales en los que decimos que "le echan cara".

El Diccionario de la Real Academia Española ofrece, entre las muchas acepciones que recoge para la palabra "cara", la que la hace equivaler a "desfachatez", definida en otro lugar como "descaro, desvergüenza".  Referencias a la desfachatez encontramos también en las entradas dedicadas a "morro" y "jeta", vocablos que también empleamos con el mismo sentido, como también el más alambicado y pedante "rostro".  La propia pluralidad de estas expresiones nos alerta sobre el hecho de que, como apuntábamos, nos enfrentamos a comportamientos muy extendidos y que merecen un generalizado reproche social.

Podemos decir incluso que estamos ante una actitud que define la personalidad de algunos sujetos, a los que aplicamos con justicia el sonoro nombre de "caradura".  El DRAE recoge este término con el valor de "sinvergüenza, descarado", vocablo este último que define de forma muy precisa en otro lugar como "que habla u obra con desvergüenza, sin pudor ni respeto humano".

La palabra "caradura" es, en todo caso, de uso tan reiterado que corre el riesgo de convertirse en una descalificación menor.  Por ello, el autor confiesa que cuando se enfrenta a ejemplares de verdadera categoría tiende a diferenciarlos con la adición del adjetivo "superlativo" y a calificarlos así como "caradura superlativo".  Es un recurso expresivo parecido a cuando decimos "gilipollas integral", especie muy diferente del gilipollas común como es sabido.

En inglés disponemos de numerosas palabras que pueden emplearse con parecido significado pero que precisan de algunos matices. Cheeky (más frecuente en los Estados Unidos) y sassy (en el Reino Unido) tienen un significado cercano a nuestro "descarado" pero hoy, lejos de connotar la censura de un comportamiento desvergonzado, tienen un valor más cercano a "atrevido", con frecuencia en un sentido positivo, especialmente en el caso de sassy.

Sin embargo, si podemos utilizar la referencia a los carrillos (cheeks) de una forma inequívocamente denigratoria si la empleamos en expresiones como it takes a lot of cheek (algo así como "se necesita tener cara") o también what a cheek ! ("¡ qué morro !"). En este tipo de construcciones no es infrecuente, especialmente en los Estados Unidos, utilizar la palabra nerve en lugar de cheek.

Las opciones, como apuntábamos, no terminan en estas expresiones.  Podemos emplear también la palabra front, apoyándonos en el valor que la aproxima a nuestra "fachada", en construcciones como las apuntadas y en otras más coloristas que exploraremos en una entrada específica.

Apuntemos finalmente que también podemos emplear uno de esos curiosos términos procedentes del yiddish que la abundante emigración de judios centroeuropeos a los Estados Unidos incorporó al inglés durante el siglo XX.  Se trata de chutzpah, cuyo significado preciso se sitúa en algún punto intermedio entre el descaro y la insolencia.

Ejemplos prácticos:
  • El muy cabrón tuvo la cara de llamar diciendo que estaba malo después de que todos le viéramos salir de la fiesta borracho como un piojo. The old sod had the nerve of calling in sick after everyone saw him leaving the party pissed as a fart.
  • Quisieron construir el museo como les dio la gana y ha sido un fracaso. ¡ Qué cara pedir ahora dinero publico para mantenerlo abierto ! They wanted to build the museum as they pleased and it has been a failure. What a cheek to ask now for public money to keep it open !
  • Se necesita tener cara para decir que la respuesta adecuada a una crisis financiera es relajar la regulación. It takes a certain chutzpah to say the appropriate response to a financial crisis is to loosen regulations.