introducción

En los últimos tiempos, por mor quizá de la internacionalización de la actividad de nuestras empresas pero más frecuentemente por la acción conjunta de la presunción y la estulticia, el uso del inglés en las oficinas españoles ha aumentado notablemente.

No se trata ya de dirigirnos a nuestros clientes y proveedores en la lingua franca comercial sino que la creciente presencia de extranjeros en nuestras empresas ha conducido a la adopción de facto del inglés como lengua de trabajo (working language en inglés).

En las modernas organizaciones, parece una ordinariez exigir o incluso esperar que estas personas  de origen foráneo posean o alcancen un nivel razonable en nuestra lengua.  Después de todo, no debemos olvidar que el castellano es una lengua menor, hablada por un puñado de personas en algunos valles montañosos, cuyo conocimiento para ciudadanos de otras latitudes no ofrece el más mínimo interés.  Pretender otra cosa no es sino una muestra del más rancio nacionalismo español, ese que termina conduciendo de forma inexorable a tararear el himno y demás agresiones a la pluralidad.

No hay que culpar a los propios empleados extranjeros de esta situación pues a ella han contribuido decididamente el deseo de muchos jefes de apabullar a sus subordinados con su inglés y los vergonzantes afanes de muchos medradores que pretenden que sus habilidades lingüísticas compensen sus carencias en otros apartados.

Los castellanoparlantes nos vemos así obligados a conducirnos en una lengua que, por bien que la conozcamos, no es la nuestra.  Ello nos priva de poder utilizar muchas expresiones que no sólo articulan nuestro discurso sino que, en ocasiones, forman parte intrínseca y principal del proceso por el que nuestros propios pensamientos se ordenan e integran, en un estadio anterior a la comunicación verbal.

Se nos sitúa en un plano de inferioridad que va mucho más allá de nuestras generalmente deficientes pronunciación y entonación, herencias de décadas de enseñanza inadecuada de la lengua inglesa en nuestro país y de la bárbara costumbre de doblar las películas.  En efecto, nos vemos privados de muchos de los principales conceptos y expresiones que utilizamos para comunicarnos de forma eficiente por no conocer su equivalente en la lengua inglesa.

Pues bien, nos proponemos con este blog contribuir a reducir este déficit.  Aportaremos, con la periodicidad que nos permitan nuestros otros quehaceres, las expresiones que consideremos más adecuadas para transmitir en inglés la misma idea o connotación que incorporan algunas de las principales palabras y frases castellanas que pueden considerarse más propias y difíciles de trasladar a otra lengua.

Aunque nuestra labor nos obligará en ocasiones a elucidar el contenido preciso de la expresión española en cuestión, nuestra intención es eminentemente práctica.  Perseguimos ampliar las capacidades lingüísticas de nuestros lectores, permitiéndoles incorporar nuevas expresiones de uso frecuente en la oficina moderna.  Por ello, y para facilitar su uso adecuado, proporcionaremos en la mayoría de los casos ejemplos ambientados en el contexto laboral.

Todos los comentarios son bienvenidos e intentaremos, en la medida de lo posible y del grado de dificultad de lo solicitado, atender a aquellas peticiones que se nos hagan llegar.