miércoles, 10 de noviembre de 2010

Cortarse

El ambiente laboral en la oficina moderna genera numerosas situaciones en las que las recriminaciones y las críticas, con frecuencia destructivas, constituyen el plato principal en el menú de las reuniones e incluso de las conversaciones de pasillo. Como ya hemos comentado en las últimas entradas, la estación otoñal es singularmente pródiga en estas situaciones porque el cercano cierre del ejercicio se asemeja en ocasiones al bíblico momento del llanto y el rechinar de los dientes.

En esas circunstancias, podemos decir que los personajes de la oficina moderna se dividen en dos grupos: los que se cortan y los que no se cortan a la hora de decir las cosas. Los primeros constituyen una abrumadura mayoría, no porque de natural sean complacientes sino porque han alcanzado ese estado laboral en el que la prudencia y la cobardía se entremezclan de manera que son prácticamente indistinguibles. El segundo grupo, el de los que no se cortan, tiende a la extinción por razones que cualquier persona familiarizada con la selección natural darwiniana podrá adivinar.

En inglés, la locución de origen boxístico que podemos utilizar para expresar la idea de cortarse en este contexto (to pull one's punches) se emplea casi siempre en negativo y es singularmente visual pues viene a significar no golpear tan fuerte como se podría.

Ejemplos prácticos:
  • En la última reunión de sistemas, Nicolás no se cortó un pelo cuando se trataron las desviaciones presupuestarias y la mitad de los asistentes salió pensando que se iban a la calle. In the last IT meeting, Nicolás didn't pull his punches when the cost overruns came up and half the atendees left thinking they were going to be sacked.
  • No te cortes con él. Dile claramente lo que piensas de su propuesta porque si no nos la va intentar colar otra vez. Don't pull your punches with him. Tell him straight what you think of his proposal because otherwise he is going to try to put one over us again.

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