lunes, 16 de noviembre de 2015

Vacas flacas

En estos tiempos digitalizados y aparentemente inéditos, resulta sorprendente en ocasiones comprobar la actualidad de imágenes o conceptos con siglos de vigencia a sus espaldas.  La sucesión de períodos de expansión y recesión en la actividad económica, por ejemplo, es realidad conocida desde tiempo inmemorial y parece casi tan inmutable como la del día y la noche, por mucho que nuestros gobernantes se empeñen en vano en combatirla.  Mucho más útil sería que se centrasen en mitigar sus efectos y, en muchos casos, que repasaran con tesón sus apuntes sobre los estabilizadores automáticos y las políticas anticíclicas en general.

En todo caso, si terminábamos el año pasado glosando las dificultades que viven los españoles para "llegar a fin de mes", no es aventurado apuntar que el ejercicio que ahora comienza va a prolongar el ya dilatado período de "vacas flacas" que vive nuestro país. Parece, por ello, oportuno que nos detengamos hoy en indagar el origen y sentido de esta última expresión, proponiendo después algunas equivalencias en la lengua inglesa.

Retomando nuestro apunte inicial, la referencia a las vacas famélicas es tan antigua que tiene su origen en el Antiguo Testamento, en concreto en el capítulo 41 del Libro del Génesis.  El faraón egipcio tiene una serie de sueños de apariencia premonitoria que no sabe descifrar.  En uno de ellos aparecen a orillas del Nilo siete hermosas vacas que son seguidas después por siete vacas flacas y feas que las devoran.  Otro sueño reproduce la misma historia pero esta vez protagonizada por siete espigas de trigo.

El hebreo José, uno de los hijos de Jacob, conocía cierta fama en Egipto por su habilidad para interpretar los sueños.  Tras fracasar en indagaciones anteriores, el faraón le llama a su presencia para que le explique lo soñado.  José, luego de aclarar que es sólo por gracia de su Dios que tiene esta capacidad, le advierte de que su sueño es efectivamente premonitorio.  Las siete vacas y las siete espigas anticipan que Egipto vivirá siete años de abundancia, con copiosas cosechas, que serán seguidos de siete años de escasez, caracterizados por la sequía y el hambre.

No contento con ello, José le da a continuación toda una lección de macroeconomía al faraón egipcio.  Efectivamente, en los versículos 33 al 36 del capítulo citado le aconseja que, para administrar su imperio, busque un hombre prudente y sabio, perfil al que, como sabemos, no se adaptan precisamente los responsables económicos actuales.  Apunta después que los gobernadores de cada territorio deberán recoger y conservar una quinta parte del trigo producido en los años de abundancia para que pueda mitigar la hambruna cuando lleguen los siete años de escasez.

Ocioso resulta subrayar lo atinado de esta política y su contraste con la seguida, por ejemplo, en España durante los prolongados años de excesos inmobiliarios.  Conviene apuntar, en todo caso, que el faraón tuvo la inteligencia de encomendar al propio José la puesta en práctica de las medidas aconsejadas y que no le envió al Fondo Monetario Internacional de la época.  También que José empezó sus andanzas en la corte egipcia en la cárcel y las terminó como mano derecha del faraón, mientras que otros están destinados a recorrer el mismo camino en sentido contrario a poco que la Justicia actúe con un mínimo de rigor.

En inglés encontramos también en este contexto referencias a la delgadez pero las vacas han desaparecido, siendo sustituidas por simples referencias temporales.  Utilizamos, más bien, expresiones como lean times o lean years para referirnos a períodos caracterizados por la escasez o las dificultades económicas.  El McGraw-Hill Dictionary of American Idioms, por ejemplo, define lean years como un "período futuro de bajos ingresos o beneficios" o "período futuro en el que habrá escasez de bienes y sufrimiento" ("a future period of lowered income or revenues; a future period when there will be a shortage of goods and suffering").

Las prudentes enseñanzas de José que arriba detallábamos se reflejan también en una construcción inglesa que puede resultar interesante mencionar aquí.  Se trata de to save for a rainy day (literalmente, ahorrar para un día de lluvia) que el Cambridge Advanced Learner's Dictionary nos define simplemente como "conservar un dinero para un momento futuro en el que lo podamos necesitar" ("to keep an amount of money for a time in the future when it might be needed").  La expresión es bien antigua y de origen británico lo que, dado el clima que sufren las islas, le confiere un matiz ciertamente más prudente o pesimista que nuestro "para un imprevisto".

Ejemplos prácticos:
  • El sector ha vivido otras épocas de vacas flacas pero esta vez la situación de la mayor parte de las empresas es desesperada.  The industry has had other lean times but this time the situation for most companies is hopeless.
  • Antes teníamos beneficios todos los años; ahora dependemos de las subvenciones para sobrevivir a las vacas flacas.  We used to make a profit every year; now we have to rely on subsidies to see us through the lean times.
  • Mucha gente pensaba que las vacas flacas del final del mandato de Zapatero eran fruto de sus errores y que, una vez en el poder, Rajoy arreglaría todos los problemas en dos días.  Many people believed that the lean years at the end of Zapatero's tenure were the result of his mistakes and that Rajoy, once in power, would solve all the problems overnight.
  • Ahorrar para un futuro incierto y pagar las deudas son ahora las principales prioridades de las familias.  Saving for a rainy day and paying off debts are now the top priorities for families.

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