jueves, 1 de septiembre de 2011

Abogado del diablo

Con el inicio del mes de septiembre retomamos hoy nuestra actividad tras una pausa estival mucho más larga de lo previsto o incluso de lo razonable. Intentaremos en las próximas semanas retomar el ritmo que nos habíamos impuesto este año, publicando dos entradas nuevas y una revisión cada semana. Veremos si lo conseguimos.

En todo caso, abordamos hoy una antigua petición de uno de nuestros lectores más conspicuos. Este antiguo compañero del autor no sólo lee con aprovechamiento estas páginas sino que se ha significado en los últimos tiempos por el uso de algunas de las expresiones aquí tratadas en el ejercicio de sus nuevas responsabilidades globales.

La consulta se refiere a la construcción "abogado del diablo", generalmente empleada en castellano con el verbo hacer ("hacer de abogado del diablo"). El Diccionario de la Real Academia Española recoge la expresión y, después de definirla como "contradictor de buenas causas", la hace equivaler a la figura del "promotor de la fe" en el derecho canónico (promotor fidei en latín). En otro lugar detalla que este es un "individuo de la Sagrada Congregación de Ritos, de la clase de consultores natos, que en las causas de beatificación y en las de canonización tiene el deber de suscitar dudas y oponer objeciones, sin perjuicio de votar después en pro con arreglo a su conciencia".

El Diccionario de Uso del Español de María Moliner también refiere este carácter técnico jurídico ("miembro de la Sagrada Congregación de los Ritos del Vaticano, que tiene a su cargo suscitar dudas u objecciones en las causas de beatificación o canonización") para luego ofrecer una definición más genérica: "persona que suscita dudas y objeciones respecto a cierta cosa".

En la oficina moderna suscitar dudas y objeciones es conducta poco aconsejable y que puede bordear en lo suicida en determinados contextos. Por ello, no es infrecuente que quien se ve obligado a hacerlo, para preservar su dignidad profesional o simplemente para evitar un despropósito mayúsculo, lo haga escudándose en esta figura. Se trata de exponer las objeciones que realmente se albergan pero simulando que no se suscriben las mismas. Resulta evidente que la clave es encontrar el equilibrio y que la simulación no quede al descubierto.

Dado el origen de la expresión, no sorprende que en inglés exista su equivalente literal (the devil's advocate) con el mismo valor. El Cambridge Advanced Learner's Dictionary la define como someone who pretends, in an argument or discussion, to be against an idea or plan which a lot of people support, in order to make people discuss and consider it in more detail (alguien que simula en una discusión o conversación estar en contra de una idea o un plan que mucha gente apoya de manera que se deba tratar y considerar en mayor detalle). Nótese que en inglés normalmente utilizaremos el verbo to play en este caso, con el sentido de "actuar como".

Ejemplo práctico.
  • Se suponía que estaba haciendo de abogado del diablo pero a mi me dió la impresión que realmente se oponía a mi propuesta. He was supposedly just playing the devil's advocate but I got the impression that he actually opposed my proposal.

1 comentario:

  1. Quiero dar las gracias al autor por esta entrada. He aprendido mucho del blog y esta vez se trata de "To play THE devil's advocate".

    No es que suena mal pero por alguna razón usamos normalmente "To play devil's advocate". Resulta que existe la expresión o sin o con "the" según Google.

    Como decimos "Well, you learn something new every day!".

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