martes, 17 de septiembre de 2013

Echar la culpa +

Termina el verano y se acerca el último trimestre del ejercicio, época singularmente sombría en la oficina moderna tras las alegrías estivales.  Nos adentramos en la auténtica temporada alta para una de las actividades que definen el desempeño laboral de los profesionales de éxito.  Se trata, como el lector avisado ya habrá advertido, de echar la culpa a otros de que los objetivos se hayan convertido en inalcanzables o, más genéricamente, de todo lo que haya ido mal durante el año.

Es importante señalar que, en general, este ejercicio carece en los ambientes laborales de todo rigor jurídico y hasta intelectual.  No se distinguen gradaciones en la culpabilidad pues se trata únicamente de encontrar quien cargue con el muerto y resulta indiferente que se trate del propio asesino o de uno que pasaba por allí.  Tampoco se extiende el concepto a terrenos más sofisticados, como la culpa in eligendo o la culpa in vigilando, que podrían comprometer a los responsables jerárquicos más allá de lo deseable, situando la función directiva en terrenos incompatibles con el ejercicio que habitualmente se hace de la misma.

Es difícil, en todo caso, exagerar la importancia laboral de este ejercicio de elusión de la propia responsabilidad.  No sólo afecta al posicionamiento de cara a la retribución variable u otros incentivos, que en muchas empresas se reparten al final de este trimestre, sino que, en no pocas ocasiones, puede resultar determinante para la propia supervivencia laboral del individuo.

Por ello, es imperativo emplearse a fondo durante el otoño en conseguir que la responsabilidad de los incumplimientos presupuestarios y demás fracasos corporativos se sitúe lo más lejos posible. Los grandes maestros en esta suerte consiguen hacerlo de manera preventiva pero la idiosincrasia española suele conducir más bien a conductas reactivas que sólo se desatan cuando el individuo se siente acorralado. Esta tendencia conduce en ocasiones a violentos comités llenos de acusaciones cruzadas y frases punzantes, que complementan las más frecuentes murmuraciones de pasillo y cuarto de baño.

En inglés podemos utilizar las expresiones to blame someone o to put the blame on someone, de sentido literal muy parecido a la construcción que nos ocupa.  Nótese que la preposición a emplear en la segunda fórmula antes del objeto directo es siempre on.

Resulta, por otra parte, mucho más gráfico e idiomático utilizar en este contexto la locución verbal to point the finger at someone, literalmente "señalar con el dedo a alguien", que incorpora muy bien el sentido dramático que suele caracterizar esta conducta.   En ocasiones podemos encontrar también la palabra finger-pointing para referirnos precisamente al acto de echar la culpa a alguien por algo (" the act of blaming someone for something", según el American Heritage Dictionary of the English Language).

Ejemplos prácticos:
  • Se pasó toda la reunión echando la culpa a todo el mundo por los retrasos en el proyecto como si el no hubiera estado allí cuando se tomaron las decisiones. He spent the meeting blaming everyone for the delays in the project as if he wasn't there when the decisions were taken.
  • Después de la cagada de julio, el comité mensual se ha convertido en un foro para echarse la culpa unos a otros durante una hora. After the July balls-up, the monthly committee has turned into an hour-long finger-pointing session.

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