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jueves, 27 de febrero de 2014

El Perro del Hortelano


No son, por desgracia, escasos en la oficina moderna los individuos que no sólo no aprovechan las oportunidades que se les presentan sino que tampoco permiten que otros lo hagan. Para referirnos a esta actitud de no hacer y tampoco dejar hacer, en castellano solemos utilizar la evocadora expresión "ser como el perro del hortelano", obviando generalmente la más explícita segunda parte de la misma "que ni come ni deja comer".

En el Diccionario de Uso del Español, María Moliner nos indica que "el perro del hortelano" se aplica como "expresión calificativa o como término de comparación a la persona que no toma o aprovecha una cosa para sí misma y tampoco consiente que la tomen o aprovechen otros".

La expresión es de origen muy antiguo, como más abajo se explicará, y su uso en nuestra lengua se consolidó cuando Félix Lope de Vega la utilizó como título de una de sus comedias en 1618.  La cineasta Pilar Miró, que Dios la haya perdonado, la adaptó al cine en 1996 con notables resultados, obteniendo siete premios Goya en 1997.  En la obra de Lope, Diana se afana en romper con su coqueteos la relación entre Teodoro y Marcela, pero sin acceder del todo a los requiebros de Teodoro de forma que "ni come ni deja comer".  Al final, sin embargo, Diana y Teodoro terminan casándose.

El inglés también utiliza a los perros para expresar esta idea, aunque de manera algo distinta. Efectivamente, en inglés decimos like a dog in the manger (literalmente, "como el perro en el pesebre") para referirnos a la actitud que nos ocupa.  En su excelente Dictionary of Idioms and Their Origins, Linda y Roger Flavell asignan a esta expresión el valor de "no estar dispuesto a dejar que otros se beneficien de cosas que uno no puede usar" ("to be unwilling to let others benefit from things one cannot use oneself").

Ambas expresiones tienen su origen en una fábula de Esopo que algunos consideran apócrifa y originada en alguna edición medieval de las mismas.  De hecho, aparece por primera vez en 1479, en la primera impresión del Corpus Esópico, traducido al alemán por Heinrich Steinhowel.

En la fábula, nos encontramos un perro tumbado efectivamente en en un pesebre que pretende evitar con su presencia y sus gruñidos que unos bueyes puedan alimentarse con su contenido.  La argumentación de los bovinos pone en evidencia la actitud del perro: "pues no es de tu linaje comer heno y paja, ¿ por qué impides que lo comamos nosotros, cuando es nuestro alimento natural ?

Nuestra lengua ofrece también un refrán que resulta útil para oponernos a las pretensiones de quien pretende ser "como el perro del hortelano": "agua que no has de beber, déjala correr".  La conveniencia de no inmiscuirnos en cosas que no nos incumben es, en todo caso, una observación tan relevante en la oficina moderna que difícilmente podríamos encontrar una mejor manera de cerrar nuestra entrada de hoy.

Ejemplos prácticos:
  • Arturo no podía ir al seminario en Estambul pero no dejó que nadie del departamento fuera en su lugar, como el perro del hortelano. Arturo couln't go to Istambul for the seminar but didn't let anyone from the department take his place, like a dog in the manger.
  • Algunas compañías aéreas hacen como el perro del hortelano y prefieren no usar sus slots a vendérselos a las low-cost. Some airlines are like the dog in the manger and would rather not use their slots than sell them to low-cost carriers.

jueves, 20 de febrero de 2014

Salir rana

Gestionar bien las expectativas es, sin duda, una de las habilidades más importantes de cualquier hombre moderno que aspire, no ya al éxito siempre efímero o a la escurridiza felicidad, sino meramente a un mínimo de paz interior.  No nos referimos únicamente a algunos terrenos profesionales donde esta habilidad resulta crítica para evitar sofocos y frustraciones, como los relativos a la retribución variable.   Cuando se trata de prever la evolución de la misma, son muchos los que, ignorando la terca realidad, pasan sus inviernos instalados en el cuento de la lechera, prólogo de una inevitable primavera de frustración.

En general, es aconsejable mantener un prudente escepticismo antes de hacernos ilusiones sobre cualquier asunto.  Incluso en ese caso, es casi ley de vida que las más de las veces terminemos decepcionados o defraudados por situaciones y personas.  Cabe preguntarse cuánto de esta decepción es producto de los defectos o carencias de éstas y cuánto de nuestras desproporcionadas expectativas sobre unas y otras.

Tanto el Diccionario de la Real Academia Española como el Diccionario de Uso del Español hacen equivaler la locución verbal "salir rana alguien o algo" a "defraudar", verbo que es definido en otro lugar como "frustrar, desvanecer la confianza o la esperanza que se ponía en alguien o en algo".  El sentido habitual de la expresión es que algo no ha salido como esperábamos y que, consiguientemente, estamos decepcionados por ello.

El origen de este uso parece estar en una antigua práctica infantil, procedente de tiempos en los que la interacción de los niños con la naturaleza era mucho mayor.  Los niños capturaban renacuajos (larvas de ranas) en charcos o pequeñas lagunas, en esa fase en la que pueden confundirse con pequeños peces, al tener cola, carecer todavía de patas y respirar incluso por branquias.  Al crecer y desarrollar sus características de rana, los niños se sorprendían al creer que habían cogido un pez.

Alternativamente, Alberto Buitrago, en su "Diccionario de Dichos y Frases Hechas", sitúa el origen de la expresión en el ámbito de la pesca con caña, con peces y ranas nuevamente como protagonistas.  Según esta teoría, la expresión sería originalmente "salga pez o salga rana", reflejando una incertidumbre que desaparece en la forma abreviada que hoy empleamos en la que nos centramos en que las cosas han salido mal o, al menos, no de acuerdo a nuestras expectativas.

Tenemos varias opciones para intentar trasladar esta idea al inglés.  Podemos recurrir sencillamente a sustantivos que genéricamente se refieren precisamente a la decepción (disappointment) o al fracaso (failure).  Igualmente, podemos emplear la palabra flop, tanto como sustantivo como como verbo, con un sentido muy próximo a nuestro "fiasco".  Podemos también recurrir a un phrasal verb tan sencillo como to let someone down, que también podemos encontrar en forma nominal (a letdown o a let-down).

Ejemplos prácticos:
  • Ficharon a un nuevo director en Dubai que se suponía que conocía a las personas relevantes allí pero les salió rana y no aumentaron nada la cifra de negocio.  They hired a new director in Dubai who was supposed to know all the right people there but he was a real disappointment and they didn't increase their business at all.
  • Es cierto que muchos de los jugadores franceses que ha traído Wenger al Arsenal han sido buenos fichajes, pero también hay bastantes que le han salido rana.  It is true that many of the French players Wenger has brought to Arsenal have been good signings, but there is also a good number of flops.
  • Aquel hotel de Nueva York tenía muy buenas críticas pero, como quizá te podías esperar con ese precio, nos salió rana.  That hotel in New York had very good reviews but, as perhaps one should expect for that price, it turned out to be a let-down.

lunes, 17 de febrero de 2014

Pagar un pastizal

Asistimos en las últimas semanas a un interesante debate en los medios económicos sobre los riesgos de deflación en la economía europea.  La reciente experiencia del Japón, sumido durante dos décadas en una espiral de deflación y bajo crecimiento, alerta sobre los peligros de las bajadas de precios.

Sin embargo, para la mayor parte de las personas lo que verdaderamente es un riesgo es el alza de los precios y su inexorable impacto en el poder adquisitivo de sueldos y pensiones.  Sin llegar a los extremos de las hiperinflaciones que experimentaron Alemania en los años treinta del siglo pasado o muchas economías latinoamericanas en tiempos más recientes, lo cierto es que los precios tienden a subir más de lo deseable para los sufridos asalariados consumidores.

Si en nuestra anterior entrada nos referíamos a algunas expresiones habituales en nuestra lengua para indicar el elevado coste de algo, abordamos hoy la expresión "pagar un pastizal", de incorporación relativamente reciente a nuestro habla pero de uso muy frecuente en los últimos tiempos.

De hecho, y quizá debido a los muchos excesos de la hoy casi olvidada expansión económica española, esta construcción resulta casi un lugar común al enfrentarse a la cuenta en restaurantes que no parecen haberse enterado de la crisis o, muy especialmente, al recordar las cantidades pagadas no hace tiempo por propiedades costeras hoy depreciadas.

El uso en España de la palabra pasta para referirse al dinero es antiguo y aparece recogido en el Diccionario de la Real Academia Española (que también incluye la hoy algo trasnochada expresión "pasta gansa", que define como "cantidad de dinero que se gana con facilidad"). Conviene notar que el uso de pasta con este significado es casi exclusivo de España y que existen numerosas formas alternativas para referirse al dinero en los diferentes países hispanohablantes, destacando plata (la más utilizada en Argentina) y lana (en México).

La derivación de pasta hacia pastizal (cuyo significado original es simplemente "terreno de abundante pasto") es reciente y se origina probablemente a partir de su asociación con la palabra dineral (definida simplemente como "cantidad grande de dinero").  Decimos que alguien pagó un pastizal por algo cuando el importe de la transacción fue muy alto y además claramente excesivo en relación con el valor de lo adquirido.

En inglés, existe una curiosa expresión que incorpora el mismo significado: to pay through the nose (literalmente, "pagar por o a través de la nariz").  El Cambridge Idioms Dictionary la define simplemente como "pagar demasiado por algo" (to pay too much for something).

El origen de la expresión se ha perdido en la noche de los tiempos (la expresión aparece por primera vez escrita a finales del siglo XVII) y ninguna de las explicaciones existentes es enteramente convincente. En todo caso, apuntemos que el probable origen de la expresión se sitúa en la costumbre de los daneses durante su ocupación de Irlanda en el siglo IX (o alternativamente de los vikingos durante sus ataques en todas las Islas Británicas) de cortar la nariz de los desdichados que no pagaban los impuestos requeridos. Cuando se habla de los bárbaros es por algo.

Existe también otra expresión menos pintoresca en ingles (to pay top dollar) con un significado parecido aunque más centrado en lo elevado del importe y carente generalmente de la connotación de que el precio pagado es excesivo, algo más parecido a nuestro "dineral". Por ello, se usa con frecuencia a la hora de referirse a lo abultado de la retribución ofrecida o percibida.

Ejemplos prácticos:
  • El Barça pagó un pastizal por Ibrahimovic para acabar vendiéndole un año después por la mitad. Barça paid through the nose for Ibrahimovic only to sell him a year later for half the money.
  • No reservaron con antelación y al final tuvieron que pagar un pastizal por el avión y el hotel. They didn't book in advance and ended up having to pay through the nose for the plane tickets and the hotel.
  • El internado de su hija en Inglaterra les cuesta un dineral. They pay top dollar for their daughter's boarding school in England.
  • Le tuvieron que pagar un pastizal para que aceptara irse a Hong Kong. They had to pay him top dollar before he agreed to be transferred to Hong Kong.

sábado, 15 de febrero de 2014

Costar un huevo


Está muy extendido en nuestro idioma el empleo de referencias a distintas partes del cuerpo humano para subrayar lo elevado del coste de alguna cosa o servicio.  Así, el Diccionario de la Real Academia Española recoge las expresiones coloquiales "costar algo un riñón" y "costar algo un ojo de la cara" (también la hoy poco habitual "costar los ojos de la cara") y las hace equivaler a "ser excesivo su precio, o mucho el gasto que se ha tenido en ello".

Sin embargo, y como suele suceder, es una expresión más colorista y malsonante la que normalmente se escucha en nuestras oficinas en este contexto.  Efectivamente, habitualmente decimos de algo que nos resultó caro que "nos costó un huevo", empleando este término con el sentido de "testículo" que recoge el propio DRAE.  En este caso, no es intercambiable este vocablo con los otros dos ("pelota" y "cojón") que solemos emplear de manera casi indistinta, y casi siempre en plural, en muchas otras expresiones.

Conviene subrayar, en todo caso, que la expresión "un huevo" se emplea de manera mucho más genérica en España con el valor de "mucho".  Así lo recoge, por ejemplo, el Diccionario de Uso del Español de María Moliner, indicando que suele utilizarse con verbos como costar, valer, saber, etc.

Podemos decir, por ejemplo, que "Pepe sabe un huevo de informática" o que "nos duele un huevo la espalda", con ese extraño uso yuxtapuesto de dos aparentes objetos directos.  También que algo "nos extraña un huevo" o "nos jode un huevo".  Incluso con el verbo costar podemos encontrar construcciones donde "un huevo" se utiliza con este valor general ("me ha costado un huevo encontrar una farmacia abierta a estas horas") y no con el específico que hoy nos ocupa ("la medicina me costó un huevo").

Como hemos notado en alguna otra ocasión, las referencias testiculares de nuestro idioma son tan ricas y variadas que, en ocasiones, pueden confundir incluso a los nativos.  Por ejemplo, si decimos que algo "nos importa un huevo" queremos indicar, generalmente, que el tema nos interesa mucho pero si, por el contrario, indicamos que "nos importa tres cojones", la connotación es exactamente la contraria.  El legendario artículo de Arturo Pérez-Reverte al respecto es siempre una socorrida referencia.

En inglés también recurrimos a una referencia corporal para indicar lo alto o exorbitado del precio de alguna cosa.  Efectivamente, si decimos que algo en inglés nos costó "un brazo y una pierna" (to cost an arm and a leg) queremos indicar, según el Cambridge Advanced Learner's Dictionary que es "extremadamene caro" ("extremely expensive").  A pesar de posibles etimologías más antiguas, lo cierto es que la expresión es de aparición relativamente reciente y su uso se generalizó en los Estados Unidos a partir de los años cuarenta del pasado siglo.

Disponemos también de otras alternativas menos coloristas para expresar la misma idea.  Así, podemos decir to cost a small fortune con el mismo sentido o recurrir como objeto directo a una pluralidad de palabras (a bomb, a packet, the Earth) que habitualmente vienen a equivaler en inglés a una gran suma de dinero.  Quizá a packet sea la que resulte más idiomática hoy en día en inglés británico.

Mención especial hoy, para terminar, al extraordinario diseño de Emery Greer que ilustra nuestra entrada y que está disponible en camiseta para los interesados.

Ejemplos prácticos:
  • A todos nos encantaría hacer el viaje a Buenos Aires en business pero cuesta un huevo.  We'd all love to fly business class to Buenos Aires but the tickets cost an arm and a leg.
  • No sé si los nuevos iphones son la leche o no pero cuestan un huevo.  The new iphones may be the best thing since bread came sliced but they cost a packet.
  • Acabamos de comprar baratísimo el mismo software que a nuestros competidores les costó un riñón hace sólo dos años.  We have just bought for a song the very same software that cost our competitors an arm and a leg only two years ago.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Ir a su bola

En la historia del fútbol, han sido muchos los jugadores que se han distinguido por el individualismo en su juego y el egoismo con el balón en los pies. En la época actual, donde prevalece el carácter eminentemente asociativo del juego, sólo puede calificarse como "chupones" a jugadores como Messi o Ronaldo desde posiciones irracionales basadas en el odio a sus respectivos equipos o a sus personas.

Uno de los grandes regateadores españoles de las últimas decadas fue, sin duda, Onésimo Sánchez, actualmente entrenador y comentarista futbolístico de muy atinado criterio. Onésimo, como se le conocía futbolísticamente, tuvo una carrera fulgurante en equipos modestos como el Valladolid y el Cádiz que le condujo a fichar por el F.C. Barcelona en 1989, al principio de la primera época dorada del club catalán con Johann Cruyff de entrenador. Después de una sola temporada en el equipo blaugrana, volvió al Valladolid, pasando después por el Rayo Vallecano, el Sevilla y el Burgos, para terminar su carrera en el Palencia.

Como buen regateador, Onésimo era propenso a ensimismarse en su jugada y a adornarse en exceso, olvidando la presencia de sus compañeros e incluso la finalidad última del juego. Fue un ejemplo de esos jugadores que, como suele decirse, necesitan un balón para ellos solos.

No está acreditado el origen balompédico de la expresión "ir a su bola", que hoy nos ocupa, pero el mismo parece más que probable. El Diccionario de la Real Academia Española recoge la locución y la hace equivaler con la más formal "ir a lo suyo" que, a su vez, define como "despreocuparse de los demás, y pensar solo en los asuntos o intereses propios". El Diccionario de Uso del Español de María Moliner, por su parte, se refiere más genéricamente a la construcción "a su bola", pues es bien cierto que también solemos emplear con ella otros verbos como estar, y la define como "atendiendo a su propia conveniencia sin preocuparse de los demás".

Podemos decir, sin temor a exagerar, que la mayor parte de las personas en la oficina moderna "van a su bola", ya sea animados por sus ambiciones profesionales o, más generalmente, por un mal disimulado desprecio por todo lo que allí ocurre excepto, por supuesto, el muy noble acto de cobrar a final de mes. En la oficina moderna, a diferencia del fútbol, los componentes asociativos de la organización han sido, en la práctica, arrinconados al tiempo que se ensalzan sin medida las bondades del trabajo en equipo, en una de esas paradojas tan frecuentes en estos tiempos.

Resulta curioso, por ello, que la expresión siga manteniendo una cierta connotación negativa aunque es cierto que la misma está remitiendo. Algo parecido ocurrió hace no muchos años con la expresión "pasar de todo" que evolucionó desde algo criticable ("Carlos es la leche, pasa de todo") hasta convertirse en una actitud casi existencial ("¿ Sabes lo que te digo ? Que paso de todo"). Quizá por ello, si queremos mantener el reproche incorporado a nuestra expresión debemos recurrir, como casi siempre en castellano, a enfatizarla con alguna de nuestras habituales coletillas malsonantes para decir cosas como "siempre va a su puta bola".

En inglés, podemos expresar la idea de ir a su bola o a lo suyo con la expresión to do one's own thing que tiene un significado muy parecido aunque es cierto que no incorpora plenamente las connotaciones negativas que la frase española solía tener.  El Cambridge Advanced Learner's Dictionary recoge esta locución verbal con el sentido de "hacer lo que quieras sin preocuparte de lo que piensen de ti los demás" ("to do what you want without worrying about what anyone else thinks of you").

Ejemplos prácticos.
  • Ahora que por fin me han echado, probablemente estaré un año por ahí a mi bola y a la vuelta pienso montar mi propio negocio. Now that I finally got sacked, I'd probably fuck off for a year and do my own thing and then come back and start my own business.
  • No era fácil trabajar con él porque siempre quería ir a su bola. He wasn't an easy chap to work with because he always wanted to do his own thing.

sábado, 8 de febrero de 2014

Poner en un brete

Como ya hemos apuntado recientemente, la jornada laboral en la oficina moderna se caracteriza, además de por su extensión inmoderada, por los ingentes peligros que nos acechan a cada paso.  Son estos fruto más de la general confusión y del afán por escaquearse de los llamados compañeros que de la malicia o el encono, aún cuando estos ciertamente no escasean en algunas personas y circunstancias.

El Diccionario de la Real Academia Española contiene "aprieto sin efugio o evasiva" como primera acepción para el término "brete", indicando que normalmente se emplea con los verbos poner o estar.  La segunda acepción ("cepo o prisión estrecha de hierro que se ponía a los reos en los pies para que no pudieran huir") nos sitúa sobre la pista del origen de la expresión.   En todo caso, y como resulta habitual, la definición que ofrece el Diccionario de Uso del Español de María Moliner para "poner en un brete" ("poner en un apuro o compromiso") refleja mejor su valor actual, además de ofrecernos dos formas alternativas de expresar la misma idea.

Son innumerables las ocasiones en que alguien se encuentra en un brete en la oficina moderna.  El autor ha asistido incluso a reuniones en las que cada asistente pasa, al menos una vez, por la penosa circunstancia de encontrarse en apuros de consideración.  Si tal circunstancia se ocasiona por lo certero de las preguntas planteadas o, más bien, por la falta de preparación con las que generalmente se asiste a muchas reuniones, es cuestión baladí, o trivial como se dice ahora con mayor pedantería.  Se asemeja a aquella de si la mano fue al balón o el balón a la mano, habitual mientras el delantero toma carrerilla para lanzar el penalti (nótese la única grafía que para la pena máxima admite la RAE).

En todo caso, podemos expresar la misma idea en inglés con la locución verbal to put someone on the spot.  El Cambridge Advanced Learner's Dictionary observa sobre la misma los siguiente: "If you put someone on the spot, you cause them embarrassment or difficulty by forcing them at that moment to answer a difficult question or make an important decision" ("si pones a alguien en un brete, le ocasionas dificultades o apuros al obligarle a responder en ese momento una pregunta difícil o a tomar una decisión importante").

Ejemplos prácticos:
  • Pedro puso al jefe en un brete en la cena de Navidad preguntándole si en 2012 habría promociones y subidas salariales.  Pete put the boss on the spot at the Christmas dinner by asking him whether there would be promotions and pay-rises in 2012.
  • Cuando Juan empezó a pedir detalles de cómo pensaban ejecutar el presupuesto, puso a los de Sistemas en un brete. When Jack asked for details about how they planned to execute the budget, he put the IT guys on the spot.

jueves, 6 de febrero de 2014

A los pies de los caballos


Son numerosas y variadas las circunstancias que, en nuestro quehacer profesional, nos colocan en una situación desairada o comprometida.  En ocasiones, son los imponderables de cualquier actividad económica (los caprichos de los clientes, los vaivenes de los mercados, la mala suerte) los que contribuyen a que nos encontremos en una posición incómoda de la que tendremos que intentar salir recurriendo a todo nuestro repertorio de habilidades.  Casi podría decirse que se trata simplemente de los manidos "gajes del oficio" que el Diccionario de la Real Academia Española define simplemente como "molestias o perjuicios que se experimentan con motivo del empleo u ocupación".

Sin embargo, lo más frecuente es que la causa directa de nuestros sofocos sea más bien la acción o inacción de nuestros jefes o, peor aún, de nuestros queridos compañeros de trabajo.  No nos precipitemos hacia el pesimismo antropológico pues a las acciones y omisiones dolosas se suman además, por desgracia, las que son fruto del mero descuido o de la incompetencia generalizada en nuestras oficinas.  Como en otros casos, la aplicación de las modernas teorías penalistas en nuestras oficinas resultaría de un gran interés, no tanto jurídico como antropológico, pero es un afán complejo al que renunciamos aquí.

En todo caso, es precisamente una tipología de conductas singularmente abyectas la que concita hoy nuestra atención.  Se trata de esas ocasiones en las que, para eludir las propias obligaciones u responsabilidades, se maniobra para dirigir la atención hacia un tercero colocándole en una situación peligrosa (en inglés diríamos "in harm's way"), cercana a lo que se conoce también como "chivo expiatorio" o "cabeza de turco".

El DRAE recoge la locución "estar alguien a los pies de los caballos" pero le atribuye el sentido de "estar muy abatido y despreciado" que hoy resulta, al menos, poco usual.  Ante el sorprendente silencio al respecto de nuestros restantes diccionarios de cabecera, ensayemos, por una vez, nuestra propia definición para el uso habitual de "dejar a los pies de los caballos": colocar a alguien en una situación comprometida o peligrosa, generalmente en provecho propio.  Se evoca aquí la imagen del soldado que, en el campo de batalla, se ve abandonado a su suerte, atropellado por el avance de la caballería enemiga.

Es imagen poderosa y muy útil para encontrar una expresión en inglés que traslade el concepto de manera adecuada.  Efectivamente, en los últimos años se ha popularizado en los Estados Unidos el empleo de la locución verbal "to throw someone under a bus" que emplea elementos muy similares a los de la expresión española, aunque más modernos.

En Wikipedia, encontramos la frase definida como "sacrificar por maldad o en provecho propio a otra persona, con frecuencia un amigo o un aliado que no merece ese tratamiento" ("to sacrifice another person (often a friend or ally), who is usually not deserving of such treatment, out of malice or for personal gain").  Este sentido, muy próximo al que buscamos, es con el que se ha incorporado la frase a la lengua inglesa, especialmente en el ambiente profesional.

Al principio de este vídeo (0:30) podéis ver un buen ejemplo del uso coloquial de esta expresión:



Y en este interesante video amateur encontraréis algunos ejemplos más coloristas e ilustrativos:



Ejemplos prácticos:
  • Sabía que me tenía ganas pero nunca pensé que me dejaría a los pies de los caballos de esa manera.  I knew he had it in for me but I never expected him to throw me under the bus like that.
  • Parece un tío majete pero, si se ve apurado, te puede dejar a los pies de los caballos cuando menos te lo esperes.  He seems to be a nice chap but, under stress, he can throw you under the bus when you less expect.

martes, 4 de febrero de 2014

Escaquearse

Son muchas las frases notables que los guionistas de Los Simpsons han puesto en boca de Homer a lo largo de los años.  Destacaremos hoy una que resulta particularmente brillante, especialmente en su versión original en inglés, como luego se verá: "Marge, no desalientes al niño. Es importante aprender a escaquearse en la vida. Eso nos separa de los animales. Excepto de la comadreja".

Efectivamente, es importante desarrollar desde una edad temprana nuestra capacidad para escaquearnos. De otro modo, nuestra existencia en la oficina moderna se tornará rápidamente en insoportable, deambulando de marrón en marrón hasta casi no distinguirlos.

El Diccionario de la Real Academia Española define el verbo "escaquear" como "eludir una tarea u obligación en común" e incluye también el sustantivo "escaqueo" como su acción. El uso moderno de la palabra suele realizarse en su forma pronominal ("escaquearse") que es la que recoge el Diccionario de Uso del Español de María Moliner, obra que obvia la referencia al carácter "común" de la tarea eludida y propone una definición más genérica y actual ("eludir un trabajo, un compromiso, etc.").

En los no tan lejanos tiempos en que era obligatorio en nuestro país el paso breve e inútil por la vida militar, nuestros cuarteles constituían auténticas academias aceleradas en el noble arte del escaqueo. No sorprende por ello que el término tenga su origen precisamente en el ámbito castrense, en el que designa la acción de dispersarse de manera irregular.

La forma más recomendable para expresar esta idea en inglés británico es to skive off, que también se puede emplear para trasladar el concepto "hacer pellas" o "hacer novillos" dada su significado genérico de "no ir al trabajo o al colegio cuando debemos hacerlo" (" to not go to work, school, etc. when you should", según el Cambridge Advanced Learner's Dictionary).  Podemos emplear también el término skiver para referirnos a las personas que han hecho de la elusión de sus obligaciones un auténtico modus vivendi y a las que en castellano nos referimos, de manera variable, como escaqueados, escaqueadores o incluso como "escaqueitors".

En los Estados Unidos es frecuente que nos encontremos con la expresión to weasel out of something para expresar la idea de escaquearse.  El CALD define esta locución verbal como "evitar hacer algo a lo que te habías comprometido, especialmente de forma deshonesta" ("to avoid doing something that you have agreed to do, especially by being dishonest").

El lector avisado habrá reparado en que weasel equivale a comadreja por lo que el sentido completo de la frase de Homer le habrá sido finalmente revelado en toda su genialidad. Lo que viene a ilustrar, una vez más, el error de doblar las películas.

Ejemplos prácticos.
  • Esta tarde me tengo que ir pronto para llevar a mi hija al médico; espero que el jefe no piense que me estoy escaqueando. This afternoon I need to leave early to take my daughter to the doctor; I hope the boss doesn't think I'm skiving off.
  • Estaba buscando la forma de escaquearme de tener que revisar otra vez todo el borrador. I was trying to figure out a way to weasel out of reviewing the whole draft again.

sábado, 1 de febrero de 2014

Quitarse la careta

Pocas actitudes caracterizan tanto a la sociedad contemporánea como la doblez (o el doblez, pues la Real Academia Española acepta ambas formas), esa forma de conducirse que da a entender lo contrario de lo que se siente. Desgraciadamente, también en la oficina moderna se estila este ocultamiento artero de las verdaderas intenciones que indefectiblemente conduce a la desconfianza mutua. Así, cualquier conversación profesional se convierte en una pequeña partida de póquer, mucho más cuando la misma tiene que ver con aspectos relacionados con la retribución propia o ajena o con las hoy desusadas promociones.

Dijo J.F. Kennedy que se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo. Efectivamente, antes o después cualquier estrategia de ocultación debe abandonarse, bien por conveniencia estratégica o por resultar muy difícil o imposible su mantenimiento por más tiempo.

Decimos entonces que "nos quitamos la careta", indicando que abandonamos la falsedad para dejar claras nuestras verdaderas intenciones y propósitos, cuando no características de nuestra personalidad que hubiéramos preferido mantener ocultas. En todo caso, y sean unas u otras las cosas que se escondieran bajo nuestra doblez, es sólo en ese momento final cuando se pone de manifiesto toda la vileza de nuestra conducta anterior.

La expresión aparece recogida en el Diccionario Akal del Español Actual con el valor de "desenmascararse, comportarse de forma auténtica".  Empleamos aquí la referencia a la "careta" con el sentido de la tercera acepción que recoge María Moliner, "simulación con la que alguien encubre su manera de ser, ideas o intenciones", por extensión de los sentidos originales que tienen que ver con máscaras y antifaces que se emplean para cubrir el rostro.

Es en la tradición marinera donde encontramos una expresión que viene a expresar de forma muy precisa el sentido que buscamos.  Se trata de la locución to show one's true colours, que podemos traducir literalmente como "mostrar los verdaderos colores", refiriéndose a los de la bandera de un navío.  Efectivamente, no era infrecuente en la época dorada de la navegación a vela que algunos barcos ocultaran sus aviesas intenciones, enarbolando un pabellón distinto del suyo y transgrediendo así las leyes del mar. Si bien esta acción desalmada era propia de piratas, que aprovechaban la treta para acercarse a sus víctimas antes de que éstas tuvieran tiempo de escapar, no faltan ejemplos de la misma en algunas batallas notables.

El Cambridge American Idioms Dictionary define esta locución verbal como "dejar que los demás vean como alguna persona o cosa realmente es" ("to let others see what someone or something is really like").  El Penguin Idioms Dictionary, por su parte, apunta el siguiente valor: "mostrar nuestro verdadero carácter" ("to reveal one's true nature").  En el mismo diccionario encontramos la construcción que se emplea en inglés para referirnos a la fase previa, caracterizada por la simulación o el disimulo ("to sail under false colours").

Apuntemos, finalmente, que esta acción de "mostrar los verdaderos colores" debe ser realizada por el propio sujeto.  Si somos nosotros los que "le quitamos la careta" es más aconsejable recurrir en inglés al verbo to unmask, equivalente a nuestro "desenmascarar" que es también el que emplearíamos en castellano en este contexto.

Ejemplos prácticos:
  • Parecía que estaba de acuerdo con todo lo que le íbamos proponiendo pero cuando llegó su jefe de Pekín se quitó la careta y empezó a pedir que cambiaramos las condiciones del contrato. He seemed to agree with all our proposals but when his boss arrived from Beijing he showed his true colours and started to demand that we changed the terms of the contract.
  • Cuando las cosas se empezaron a complicar Guardiola se quitó la careta y demostró que no era el caballero de las dos primeras temporadas. When the going got tough Guardiola showed his true colours and came across as someone very different from the gentleman of his first two seasons in charge.