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viernes, 27 de diciembre de 2013

Sonar la flauta


A pesar de la generalizada ignorancia sobre su origen y sentido preciso, lo cierto es que las referencias al burro flautista y al sonido de su instrumento siguen siendo muy habituales en nuestras empresas.  No sorprende este hecho dada la tendencia de los modernos profesionales a criticar y menospreciar los méritos o logros ajenos con el propósito, apenas velado, de hacer así aumentar el valor de los propios.

La imagen del burro flautista se incorpora a nuestro acervo cultural a raíz de su aparición en una breve composición rimada del mismo título, publicada por Tomás de Iriarte en 1780 dentro de sus "Fabulas Literarias".  Se nos narra allí como un pollino encuentra una flauta abandonada en un prado y, resoplando junto a ella, consigue que la misma suene de forma melódica.  El borrico se jacta de lo bien que toca y se permite ponderar la calidad de lo que denomina "música asnal".  Ilustra así Iriarte la estulticia de los que se vanaglorian de logros que, en realidad, han conseguido "por casualidad", frase con la que termina cada uno de los párrafos para subrayar el mensaje.  No deja lugar a dudas el propósito de la fábula la moraleja con la que la remata:

"Sin regla del arte,
borriquitos hay
que una vez aciertan
por casualidad".

Por extensión, decimos que a alguien "le sonó la flauta" para, según el Diccionario de la Real Academia Española, "indicar que un acierto ha sido casual".  Se trata, pues, de quitar merito a ese acierto atribuyéndolo, no a la habilidad, capacidad o esfuerzo de su autor, sino más bien al azar o la suerte.  Se comprenderá, así, la utilidad de esta expresión en nuestras oficinas, en contextos competitivos que demandan que, además de exagerar nuestros propios méritos, dediquemos nuestros afanes a desprestigiar los de nuestros semejantes.

Es significativo, por otra parte, que nuestra cultura haya incorporado también una locución relacionada como es "por si suena la flauta".  Mª Leonisa Casado Conde la define en "¡ Se Dice Pronto !" como "por si acaso, por azar o por suerte, se cumplen nuestros deseos".   Sería extenso el catálogo de actuaciones con escasa probabilidad de éxito que se emprenden precisamente en la confianza de que sea la suerte las que nos saque del atolladero.  Casi podría decirse que, en el mundo interior de muchas personas, se ha roto el vínculo directo entre esfuerzo y consecución, dando paso a una azarosa relación donde la suerte y el voluntarismo van ganando protagonismo al tiempo que desaparece toda responsabilidad personal.

Para expresar tan idiomático concepto en inglés, no tenemos muchas opciones más allá de recurrir precisamente a la suerte y traducir "sonar la flauta" como to get lucky.  Dado que, generalmente, queremos subrayar no sólo el azar que ha contribuido al sonido de la flauta sino también la manifiesta inutilidad del agente podemos calificar la suerte y decir dumb luck, algo así como "suerte tonta" o, mejor, "la suerte del tonto".

Existe en los Estados Unidos una curiosa expresión que también puede resultarnos útil en este contexto.  Se trata de to catch lightning in a bottle, que podría traducirse como "meter un rayo en una botella".  El Merriam-Webster Dictionary define esta expresión, de aparición relativamente reciente, como "to succeed in a way that is very lucky or unlikely" ("tener éxito de manera muy afortunada o improbable").  Conviene notar que, generalmente, la expresión se emplea para subrayar más lo improbable o milagroso del logro alcanzado que el indudable papel que la fortuna ha tenido en su consecución.

Ejemplos prácticos:
  • No había estudiado mucho para el examen pero le sonó la flauta y se las apañó para aprobar.  He had hardly prepared the test but he got lucky and managed to pass.
  • La policia llevaba meses buscándola y, al final, la encontraron viva en una granja. No se sabe bien si fue un soplo o que les sonó la flauta.   The cops had been looking for her for months and, in the end, found her still alive in a farmhouse.  Nobody knows whether it was a tip-off or dumb luck.
  • A los Yankees les sonó la flauta en 2011 con los fichajes de dos lanzadores veteranos como Colón y García.  ¿ Les sonará otra vez este año ?  In 2011, the Yankees caught lightning in a bottle by signing veteran pitchers Colon and Garcia.  Can they do it again this year?

martes, 24 de diciembre de 2013

Pasarse por el forro

Dada la extensión con la que ayer nos explayamos en la entrada dedicada a "me la suda" y algunas expresiones similares, quizá no esté de más que complementemos la misma tratando hoy, de manera más sucinta, otras construcciones españolas muy relacionadas con aquellas.  Se trata de locuciones que expresan también desprecio y desdén por las opiniones o propuestas ajenas y que, si bien han caído en cierto desuso, nunca han abandonado el repertorio esencial de la oficina moderna.  Dado su sentido, muy similar al de "me la suda", pueden trasladarse también al inglés recurriendo a las expresiones que tratábamos ayer, tal y como ilustramos más abajo.

Empecemos con la que da título a nuestra entrada de hoy, quizá la más elegante al recurrir a un elemento elíptico, como en seguida veremos.  Efectivamente, decimos que alguien se pasó algo por el forro para indicar que no le prestó la mínima atención, despreciando totalmente la cuestión.  La expresión se refiere implícitamente a un elemento, el "forro de los cojones", que, si bien tiene un probable equivalente anatómico en el escroto, aporta aquí sobre todo el valor de su malsonancia.  De hecho, cuando queremos incrementar la contundencia de la expresión eliminamos toda elipsis ("se lo pasó por el forro de los cojones") o, directamente, la referencia al forro ("sus recomendaciones me las paso por los cojones").

Conviene señalar, para evitar confusiones, que nada tiene que ver este forro genital con el de la expresión "ni por el forro" que, más bien, hace referencia genérica a la parte exterior de alguna cosa.  Según el Diccionario de la Real Academia Española, la construcción equivale a "ni por asomo, ni lo más mínimo" y puede emplearse coloquialmente "para denotar que alguien desconoce completamente una ciencia o los libros que de ella tratan".

También resulta interesante otra construcción que, para expresar la misma idea, recurre a una imagen inesperada pero de connotaciones evidentes.  Se trata de "pasarse por el Arco del Triunfo" que evoca el amplio espacio que dibujan estas construcciones para referirse a las zonas a las que llamamos eufemísticamente "la entrepierna" y que, a efectos de esta expresión, tanto pueden referirse a las zonas genitales como al culo propiamente dicho.  Nótese, en este sentido, que también podemos encontrar la construcción "pasarse por la entrepierna" que, de hecho, aparece recogida en el DRAE con el valor de "expresar indiferencia".  Apuntemos, finalmente, que la construcción "pasarse por el culo", si bien puede emplearse, resulta algo pueril y es poco recomendable en ambientes profesionales.

Ya que transitamos por estos terrenos, es apropiado que nos refiramos también a la expresión "importar tres cojones" que se emplea igualmente para expresar indiferencia.  Ya nos hemos referido en alguna ocasión a la enorme complejidad semántica que rodea las referencias a los testículos en sus diversas formas (pelotas, huevos, cojones, por orden de malsonancia).  En su ya clásico artículo al respecto, Pérez Reverte observaba lo siguiente sobre el uso de la palabra cojones:

La unidad significa algo caro o costoso ("eso vale un cojón"), dos pueden sugerir arrojo o valentía ("con dos cojones"), tres significar desprecio ("me importa tres cojones"), y un número elevado suele apuntar dificultad extrema ("conseguirlo me costó veinte pares de cojones").

Ejemplos prácticos:

  • Le mandé varios correos sobre el tema pero se los pasó por el forro.  I sent him several e-mails on the issue but he couldn't care less.
  • Se pasa los procedimientos por el forro de los cojones cuando tiene que cerrar una operación complicada.  He doesn't give a fuck about procedures when he needs to close a complex deal.
  • Tenía instrucciones claras de no subir la oferta pero se pasó por el Arco del Triunfo lo que le dijimos y terminamos sobrepagando.   Espero que esta vez no se vaya de rositas. He had clear instructions not to raise the bid but he wouldn't give a toss about what we had to say and we ended up overpaying.  I hope this time he doesn't get away with it.
  • Ya sé que es la hija del dueño pero me importa tres cojones su opinión.  No tiene ni puta idea.  I know she's the owner's daughter but I couldn't give two hoots about her opinion.  She doesn't know what the fuck she's talking about.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Me la suda +

Como modesto y quizá inesperado regalo navideño a nuestros sufridos lectores, revisaremos hoy una expresión cuyo conocimiento preciso y empleo profuso resultan imprescindibles en nuestros días.

Efectivamente, nos encontramos ante una de las expresiones coloquiales más empleadas en la oficina moderna y, nos atrevemos a apuntar de forma más genérica, en la vida moderna.  Su popularidad deriva de la importancia de expresar de manera contundente nuestra indiferencia, real o fingida, frente a los muchos despropósitos a los que asistimos en el desempeño profesional y en nuestro devenir cotidiano.

Obsérvese que, al emplear esta construcción, queremos denotar no sólo que la cuestión nos resulta indiferente sino que la despreciamos intensamente, desprecio que se extiende hacia todo lo que tenga que ver con ella. Por ello, en el ambiente profesional no solemos utilizarla directamente ante el autor o generador de la misma, ante el que optaremos todo lo más por un más neutro "me da igual" o por "me importa un bledo/pimiento/pito".

Su recurrencia ha derivado en una amplia pluralidad formal ("me la sopla", "me la refanfinfla", "me la pica", "me la trae floja", "me la pela") aunque su variante más clásica y popular sigue siendo la que da título a nuestra entrada. Se hace necesario, en todo caso, explicitar, para instrucción de nuestros lectores extranjeros, que el objeto directo en todas las expresiones citadas no es otro que "la polla", el término vulgar con que habitualmente nos referimos al pene en España.  De hecho, podemos escuchar la expresión sin ningún tipo de elipsis ("me suda la polla") cuando se busca el énfasis añadido que siempre proporcionan las palabras malsonantes, especialmente cuando se emplean de manera innecesaria.  Tampoco es infrecuente subrayar nuestro desdén con construcciones chulescas del tenor de "estoy entre que me la suda y que me la pela".

Conviene notar que, a pesar de lo habitual del uso de estas construcciones, nuestros diccionarios guardan un remilgado silencio sobre las mismas.  La excepción es la entrada que a "refanfinflar" dedica el Diccionario de Uso del Español, que se limita a indicar que, efectivamente, la expresión "refanfinflársela algo a alguien" se emplea con el sentido de "dejarle totalemente indiferente, no importarle".  Este singular verbo conoce variantes formales que han merecido recientemente un detallado análisis en un muy recomendable artículo del académico de la Lengua Pedro Álvarez de Miranda en el Centro Virtual Cervantes.

Con carácter general, recomendamos trasponer este concepto al inglés mediante el uso de la elegante expresión británica I couldn't care less, que resulta sutil y, sin embargo, transmite un desprecio muy parecido al apuntado por las expresiones españolas. Pese a su apariencia formal, la expresión es bastante agresiva en inglés, matiz que pasa desapercibido cuando utilizamos esta lengua con otros no nativos, contexto en el que podemos emplearla con cierta alegría.   En los Estados Unidos, no es infrecuente, aunque sí gramaticalmente sorprendente, encontrar la expresión en su forma positiva (I could care less) pero con el mismo sentido.

Ejemplos prácticos:
  • A mi su opinión la verdad es que me la suda. To be honest, I couldn't care less about her opinion.
  • Me di cuenta de que lo que le estaba contando se la sudaba. I realized that he couldn't care less about what I was talking about.

Es necesario, sin embargo, ampliar nuestra paleta con otras expresiones más zafías y que incorporan vocablos más sonoros para aquellas ocasiones en las que el "me la suda" quiera ser más contundente y menos cargado de displicencia.

Todas ellas tienen en común utilizar el verbo to give en construcciones negativas con diferentes objetos directos que aumentan o disminuyen su contundencia.  La mayor parte de estas construcciones pueden emplearse con distintas variantes verbales (I don't give; I couldn't give; I wouldn't give) de forma más o menos indistinta.

En la zona más suave (muy próxima a nuestros "me importa un bledo" o "me importa un comino") está el I don't give a damn, hecho célebre por Rhett Butler en "Lo que el viento se llevó".




En esta línea, existe también un gran número de construcciones que incorporan, para ilustrar nuestra indiferencia, elementos a los que se atribuye poco valor o importancia.  Entre ellas, podemos destacar la muy habitual e idiomática I don't give a toss, la variante que incorpora hoot (en singular y también en pareja, two hoots) y otras más pintorescas y hoy algo anticuadas que se refieren al culo de una rata (a rat's arse) o la maldición de un vagabundo (a tinker's cuss y también a tinker's dam).  Muy curiosa resulta también la expresión I don't give a monkey's, cuyo origen se explora en este enlace que ilustra lo dinámico del lenguaje y que quizá no siempre hay que ponerse en lo peor.


La utilización de elementos malsonantes no es exclusiva, en todo caso, de nuestra lengua aunque la misma sea especialmente generosa en su empleo.  Así, en inglés también encontramos construcciones como I don't give a shit, I don't give a fuck o la muy curiosa I don't give a flying fuck.

Ejemplos prácticos:
  • Me la suda que no se lo hayan comunicado todavía. Es su problema. I don't give a toss if they haven't been told yet. It's their problem.
  • Me la suda que venga o no. I don't give a shit whether he comes or not.
  • El tema me la trae floja. I don't give a fuck about it.
  • En este momento al mercado se la sudan las revisiones de beneficios. At this point the markets wouldn't give a monkey's about earnings revisions.

Mención aparte merece una singular expresión británica que ha ganado popularidad en los últimos años, hasta el punto de que fue nombrada Word of the Year en 2006.  Se trata de la construcción Am I bovvered, cuyas sorprendentes dos uves ridiculizan la pronunciación de bothered y dotan a la expresión de una sonoridad incomparable.  La frase fue popularizada por la actriz Catherine Tate e incorporada al repertorio de su personaje Lauren Cooper, a quien podéis ver en acción en este extraordinario video que ilustra el empleo de la frase.